lunes, 23 de abril de 2012

De nuevo… Él. Me miró y se sentó. Nunca vi tanto odio en una mirada como en la que en sus ojos se proyectaban, nunca había visto a alguien tan tenso y enojado. Se acercó suavemente a mí, me envolvió en sus brazos y me susurro: -“perdón, perdón, perdón”. No puedo describir el vacío enorme en mi pecho y en mis pupilas, no me salió ni una lágrima, ni una palabra. Estaba pasmada, asustada. Él se retomó en sí, me dejó sentada en la silla y se fue. Nunca le pregunté, nunca lo supe, nunca lo averigüé. Pero tampoco, nunca lo negué. Me quedé en esa noche larga, sola y sin él.
EL COLIBRí de siete luces, el picaflor de siete flores, busca un dedal donde vivir: son desgraciados sus amores sin una casa donde ir lejos del mundo y de las flores. Es ilegal su amor, señor, vuelva otro día y a otra hora: debe casarse el picaflor para vivir con picaflora: yo no le alquilo este dedal para este tráfico ilegal. El picaflor se fue por fin con sus amores al jardín y allí llegó un gato feroz a devorarlos a los dos: el picaflor de siete flores, la picaflora de colores: se los comió el gato infernal pero su muerte fue legal.