lunes, 5 de agosto de 2013

mentiras piadosas.

Cuando le dije que la pasión, por definición, no puede durar ¿Cómo iba yo a saber que ella se iba echar a llorar? "No seas absurdo -me regañó- esa definición nadie te la pidió asi que guárdatela, me pone enferma tanta sinceridad". Y asi fue como aprendí que historias de dos conviene a veces mentir que ciertos engaños son narcóticos contra el mal de amor. Yo le quería decir que el azar se parece al deseo, que un beso es sólo un asalto y la cama es ring de boxeo, que las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan se marchitan cuando las toca la sucia rutina. Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera, contarle que el universo era más alto que sus caderas, le dibujaba un mundo real no uno color de rosa, pero ella prefería escuchar mentiras piadosas. Y, cuando por la quinta cerveza, le hablé de esa chica que me hizo perder la cabeza estalló: "¿Vas a callarte de una vez, por favor?" Y asi fue como aprendí que historias de dos conviene a veces mentir que ciertos engaños son narcóticos contra el mal de amor. Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera, contarle que el universo era más alto que sus caderas, le dibujaba un mundo real no uno color de rosa, pero ella prefería escuchar mentiras piadosas.

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