Una vez quise subirme a un árbol, como soy enana evidentemente me parecía demasiado alto y decía que si llevaba arriba de todo el mundo era mío. Un día intentando, pensé que podía volar y estuve a punto de tirarme del techo de la casa de mi abuela porque abajo estaba el susodicho árbol. Era primavera y había una brisa fresca y dejaba mi piel muy suave y sentí calma, me dije a mi misma que por alguna razón, por algún motivo si yo hacía eso, si yo me tiraba estaba mal. Años después me enteré, que la gravedad va contra mis principios y que si lo hacía, me lastimaba. Lo que más quería me iba a lastimar. Y allá sigue ese árbol que casi me lleva a la destrucción propia (igual muchas veces estuve al borde de la locura). Un día, bah, unos días después de esta locura que tenía pensado hacer intenté trepar el árbol (sí, era muy tonta) y me caí unos centímetros y no te das idea del escándalo que hice, y me di cuenta que aunque yo escalara aquel árbol, no iba a escalar el mundo (igual esta bien, según yo, que fomenten a los nenes con pensar en grande como lo hago yo) pero, lloré demasiado y le tuve rencor al árbol y varias veces con bronca lo patié y conseguí más dolor (aprendí que vengarme no es solución pero sigo siendo hueca).
¿Y quién iba a pensar que la idea de trepar un árbol me haría en cierta forma, abrir los ojos?
Perdón árbol.
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