Buen fin de semana gente. Den amor, que es lo más hermoso de la vida.
viernes, 28 de octubre de 2011
Esto es un comentario mío al leer un par de blogs de compañeras y llego a la resolución que es un espacio para publicar emociones nuestras, si bien cada unos libre de poner lo que se les viene a la mente noté que muchas personas lo toman para sacar todos los descaro de las personas e insultándolas anónimamente. ¿Con qué fin insultar al otro? Si estás jactándote de ser mejor persona y de saber 'dejar ir' en tu vida, la insultás y de la manera más denigrante; en un espacio público y sin dar nombre. A esas personas, las invito a ser libres y a que se den cuenta que no se vive de la bronca y que hay que ser sincero con uno mismo para poder ser sincero con los demás.
miércoles, 26 de octubre de 2011
Él para otra
Esperaba verlo pero no inmediatamente, porque hubiera sido demasiado grande mi perturbación. Siempre postergaba nuestro encuentro, por algún motivo que él entendía o no. Un simple pretexto para no verlo o para verlo otro día. Y así pasaron los años, sin que el tiempo se hiciera sentir, salvo en la piel de la cara, en la forma de las rodillas, del cuello, del mentón, de las piernas, en la inflexión de la voz, en el modo de caminar, de escuchar, de colocar una mano en la mejilla, de repetir una frase, en el énfasis, en la impaciencia, en lo que nadie se fija, en el talón que aumenta de volumen, en las comisuras de los labios, en el iris de los ojos, en las pupilas, en los brazos, en la oreja escondida detrás del pelo, en el pelo, en las uñas, en el codo, ¡ay, en el codo!, en la manera de decir ¿qué tal? o realmente o puede ser o ¿a qué horas? o no le conozco. No, Brahms no, Beethoven, bueno, algunos libros. El silencio, que era más importante que la presencia, tejía sus intrigas.
Ningún encuentro, que no fuera totalmente absurdo, se producía: un montón de paquetes me cubría y él, comiendo pan y empuñando una botella de vino y una de Coca-cola, pretendía estrecharme la mano. Invariablemente alguien tropezaba y el adiós resultaba anterior al ¿qué tal?. El teléfono llamaba, equivocado siempre, pero la respiración de alguien correspondía exactamente a su respiración, y surgían entonces, en la oscuridad del cuarto, los ojos de él, en el color aparecía el timbre de aquella voz sin fondo, una voz que la comunicaba con el desierto o con algunas ramificaciones de un río que corre entre las piedras sin llegar jamás a su desembocadura, un río cuyo nacimiento, en las más altas montañas, atraía a los pumas o a los fotógrafos que venían de muy lejos a ver esas maravillas. Me agradaba ver a personas parecidas a él. Algunas que tenían mirada casi idéntica, si entrecerraban los ojos; o un modo de cerrar totalmente los párpados, como si algo doliera.
Me agradaba también hablar con personas que solían hablar con él o que lo conocían mucho o que irían a verlo en esos días. Pero ya el tiempo corría, como un tren que tiene que llegar a destino, cuando el guarda golpea la puerta del pasajero que está durmiendo o anuncia la estación próxima, el término del viaje. Teníamos que encontrarnos. Tan acostumbrados a no vernos estábamos que no nos vimos. Aunque no estoy segura de no haberlo visto, siquiera por la ventana. En aquella luz tenebrosa de la tarde, sentí que algo me faltaba.
Pasé frente a un espejo y me busqué. No vi dentro del espejo sino el armario del cuarto y la estatua de una Diana Cazadora que jamás había visto en ese lugar. Era un espejo que fingía ser un espejo, como yo inútilmente fingía ser yo misma.
Entonces sintió miedo de que se abriera la puerta y que él apareciera en cualquier momento y que terminaran las postergaciones que mantenían vivo su amor. Se echó al suelo sobre la rosa de una alfombra y esperó, esperó a que dejara de sonar el timbre de la puerta de la calle, esperó, esperó y esperó. Esperó que se fuera la última luz del día, entonces abrió la puerta y entró el que no esperaba. Se tomaron de la mano. Se echaron sobre la rosa de la alfombra, rodaron como una rueda, unidos por otro deseo, por otros brazos, por otros ojos, por otros suspiros. Fue en ese momento cuando la alfombra empezó a volar silenciosamente sobre la ciudad, de calle en calle, de barrio en barrio, de plaza en plaza, hasta que llegó a los confines del horizonte, donde empezaba el río, en una playa árida, donde crecían las totoras y volaban las cigüeñas. Amaneció lentamente, tan lentamente que no advirtieron el día ni la falta de noche, ni la falta de amor, ni la falta de todo por lo que habían vivido esperando ese momento. Se perdieron en la imaginación de un olvido -él para otra, para otro ella- y se reconciliaron.
Ningún encuentro, que no fuera totalmente absurdo, se producía: un montón de paquetes me cubría y él, comiendo pan y empuñando una botella de vino y una de Coca-cola, pretendía estrecharme la mano. Invariablemente alguien tropezaba y el adiós resultaba anterior al ¿qué tal?. El teléfono llamaba, equivocado siempre, pero la respiración de alguien correspondía exactamente a su respiración, y surgían entonces, en la oscuridad del cuarto, los ojos de él, en el color aparecía el timbre de aquella voz sin fondo, una voz que la comunicaba con el desierto o con algunas ramificaciones de un río que corre entre las piedras sin llegar jamás a su desembocadura, un río cuyo nacimiento, en las más altas montañas, atraía a los pumas o a los fotógrafos que venían de muy lejos a ver esas maravillas. Me agradaba ver a personas parecidas a él. Algunas que tenían mirada casi idéntica, si entrecerraban los ojos; o un modo de cerrar totalmente los párpados, como si algo doliera.
Me agradaba también hablar con personas que solían hablar con él o que lo conocían mucho o que irían a verlo en esos días. Pero ya el tiempo corría, como un tren que tiene que llegar a destino, cuando el guarda golpea la puerta del pasajero que está durmiendo o anuncia la estación próxima, el término del viaje. Teníamos que encontrarnos. Tan acostumbrados a no vernos estábamos que no nos vimos. Aunque no estoy segura de no haberlo visto, siquiera por la ventana. En aquella luz tenebrosa de la tarde, sentí que algo me faltaba.
Pasé frente a un espejo y me busqué. No vi dentro del espejo sino el armario del cuarto y la estatua de una Diana Cazadora que jamás había visto en ese lugar. Era un espejo que fingía ser un espejo, como yo inútilmente fingía ser yo misma.
Entonces sintió miedo de que se abriera la puerta y que él apareciera en cualquier momento y que terminaran las postergaciones que mantenían vivo su amor. Se echó al suelo sobre la rosa de una alfombra y esperó, esperó a que dejara de sonar el timbre de la puerta de la calle, esperó, esperó y esperó. Esperó que se fuera la última luz del día, entonces abrió la puerta y entró el que no esperaba. Se tomaron de la mano. Se echaron sobre la rosa de la alfombra, rodaron como una rueda, unidos por otro deseo, por otros brazos, por otros ojos, por otros suspiros. Fue en ese momento cuando la alfombra empezó a volar silenciosamente sobre la ciudad, de calle en calle, de barrio en barrio, de plaza en plaza, hasta que llegó a los confines del horizonte, donde empezaba el río, en una playa árida, donde crecían las totoras y volaban las cigüeñas. Amaneció lentamente, tan lentamente que no advirtieron el día ni la falta de noche, ni la falta de amor, ni la falta de todo por lo que habían vivido esperando ese momento. Se perdieron en la imaginación de un olvido -él para otra, para otro ella- y se reconciliaron.
Viejos vestidos de amores
Es tan feo sentir que esperas a una persona y sabés que no va a venir, porque sos vos la que esperas. Porque hoy no necesita tu amor y no me das anticipación de si algún día lo llegarás a necesitar, es tan feo esperar en vano o sentir eso.
Y siento que al pasar más el tiempo voy a seguir deseando a la misma persona, estaré murmurando siempre su nombre a escondidas y lloraré en sus cartas en las madrugadas. Miros us fotos muy poco, pero su esencia está tan presente en estos días...
Y sé que no lo necesito, porque hasta antes de conocerlo estaba bien y lo sigo estando. Pero me falta, y es la esencia de mí, de todo. Hoy lo soñé, mi tío lo echaba de mi casa y él me miraba triste y se iba.
Le conté a mi mamá y me dijo: 'Pato quiere que estés con él', 'Yo sé que vas a terminar con él' ¿Y quién es ÉL? Nadie, un fantasma que me promete un regreso o quizás, nunca prometió nada más que un adiós.
Bronca.
Me molesta que una de mis mejores amigas me cargue cuando le hablo del Marxismo. Me molesta que se burle de mi empeño en la política y en la militancia, me molesta que otras taradas le sigan el juego. ¿Y saben qué? Soy una anticuada a la cual ustedes critican, soy una persona distinta y con mis mañas y por eso mismo no me interesa tener contacto con ustedes.
¡¿tanta gracia les da que yo les avise de una cátedra de Marxismo?! Si no les interesan digan: 'no' y listo, pero no es necesario decirme: 'nos morimos por ir' porque eso me duele, me molesta mucho.
Y de vos flaca, amiga mía, íntima mía. Sabés lo que es la militancia para mí, sabés el amor y empeño que le pongo a todo esto y ¿te venís a reír así de mí? Fa, te intereso mucho de seguro.
viernes, 21 de octubre de 2011
Eugenio, Nehuen, Juan
http://www.youtube.com/watch?v=fBOvOatPqnY
yo te dije: 'qué linda letra'. Eugenio me sonrío y me dijo: 'se llama the show must go on de Queen'
Y te extraño hermano, amigo. LOS EXTRAÑAMOS A LOS TRES.
y los llevo guardaditos a los tres en mi corazón, y los quiero ver bien estén donde estén.
jueves, 20 de octubre de 2011
Todos aquellos que han tocado el fruto más hermoso de la creación; el amor.
¿Y quién no lloró hasta gritar y sentir que el mundo se acababa? Sé que pasan cosa peores en todos lados y en tu mismo corazón pero, ¿cómo ignorar aquello que te mata? Una persona que quiero mucho está muy triste por un amor que no fue y sé que si les cuento a fondo qué pasa me dirán: '¿Y con todos los problemas que tiene, se pone a pensar en eso?' Y sí, todos saben lo mucho que duele el amor y esa desesperación y esa sensación de sentirse tirados en el piso maltratados por sus dueños.
Yo no sé lo que es ser o no ser fuerte, pero sé lo que es sufrir por un amor no correspondido y lo que duele esas ansias de estar con esa persona a tu lado o mejor dicho, tener su amor. Sentir que darías todo por robarle una sonrisa porque al fin y al cabo, es eso el amor. Saber que todo estará bien con esa persona y nada más importa.
Recuerdo a una pequeña historia de un amor que nunca fue. Una pequeña nena de poca edad, que se enamoraba de un señor adulto y de bastante diferencia de edad que no le prestaba atención y no la tomaba en cuenta. Un día, él sin pleno aviso se fue. ¿Qué sentirías si por la mañana del día viernes, no podés caminar? Y ¿Si tampoco podes ver? Ese vacío y ese largo camino al infierno devasta el corazón de uno.
Pero hay otra realidad, el que quiere salir de esto. Tendría que ser fuerte y dejar de quejarse del por qué el amor no es bueno, y bueno... Déjalo ir.
miércoles, 19 de octubre de 2011
Gracias por leer mi blog. GRACIAS por imitar mis etiquetas. GRACIAS por poner de 'casualidad' los mismos colores y el mismo modelo de plantilla.
Y después dicen que no soy importante (blé, envidia).
martes, 18 de octubre de 2011
El momento en el cual descubrí que era una guevarista
Hay cosas que nadie me las quita, como mi sabiduría y mi ignorancia a la vez. Pero hay algo que nadie me sacará jamás del corazón y es el amor que le tengo al Che Guevara, nadie podrá sacarme ese amor hacía la revolución y ese boicot la injusticia. Recuerdo el día que me fui a Bolivia, cuando viajé en avión y salí con un dolor de cabeza enorme por las turbinas del avión. Recuerdo que jodí una semana entera para ir a Valle Grande a verlo a él, quería ir a verlo a las fuerzas y ya me quería venir a Buenos Aires a la vez porque acá había pasado una tragedia con unos amigos nuestros del colegio. Pero les comento que el camino a Valle Grande es todo un tema, porque sus caminos tendrán dos metros de ancho para los autos y son puras montañas, entonces cuando llueve es muy peligroso subir todos esos kilómetros porque no hay barandas y pueden pasar tragedias.
Me puse a llorar diciendo que todo ese viaje era al pedo si no podía ir a la Higuera, mi mamá me dijo: 'más adelante vendrás' pero a la vez me dijo: 'mañana vamos Iara'. Fue increíble las buenas vibras de mi mamá y la buena onda que le puso al asunto, ese mismo día fuimos a averiguar los pasajes a Valle Grande y esa misma noche nos fuimos y llovía, para lo cual el colectivo que nos llevo iba muy rápido y en las curvas parecía que me caía, tenía mucho miedo pero sabía que si lo peor llegaba a pasar seria por intentar cumplir mi sueño de pisar esa tierra y sentirlo al Che junto a mí. Llegamos a la madrugada y estaba frío (estábamos a dos mil metros del agua y acá en Buenos Aires estamos acostumbrados a 100 metros del agua). Nos echamos a dormir y a la mañana nos levantamos y era un pueblo hermoso, no creo que con más de 500 habitantes y gente re buena y educada. Te decían: 'hola', 'por favor', 'gracias' y 'permiso'. Las pocas casas que habían eran de la época colonial y las otras eran chozas, conseguimos un remisero que me iba contando la historia del Che allá en Bolivia y teníamos que subir dos horas puras montanas y cada vez que miraba hacía atrás veía todo tan chico y yo que estoy acostumbrada a ver todos edificios pude ver esas montanas que se alzaban y era una cosa de otro mundo para mí. Llegamos y habían monumentos al Che y habían unos adolescentes argentinos que andaban de mochileros, entramos a la Higuera que de hecho es muy chica, la observé toda. Toqué la silla en la cual lo tuvieron sentado a él, pude ver que sus paredes y sus cosas están igual de ese entonces. Al salir y al subir al auto me puse a pensar en lo feliz que estaba y que ese amor hacía el Che es magnifico, y me largué a llorar. Al otro día llegué a Santa Cruz, empaqué y me volví a Buenos Aires.
Ejemplo, esta experiencia a mí nadie me la quita.
Gracias.
Me puse a llorar diciendo que todo ese viaje era al pedo si no podía ir a la Higuera, mi mamá me dijo: 'más adelante vendrás' pero a la vez me dijo: 'mañana vamos Iara'. Fue increíble las buenas vibras de mi mamá y la buena onda que le puso al asunto, ese mismo día fuimos a averiguar los pasajes a Valle Grande y esa misma noche nos fuimos y llovía, para lo cual el colectivo que nos llevo iba muy rápido y en las curvas parecía que me caía, tenía mucho miedo pero sabía que si lo peor llegaba a pasar seria por intentar cumplir mi sueño de pisar esa tierra y sentirlo al Che junto a mí. Llegamos a la madrugada y estaba frío (estábamos a dos mil metros del agua y acá en Buenos Aires estamos acostumbrados a 100 metros del agua). Nos echamos a dormir y a la mañana nos levantamos y era un pueblo hermoso, no creo que con más de 500 habitantes y gente re buena y educada. Te decían: 'hola', 'por favor', 'gracias' y 'permiso'. Las pocas casas que habían eran de la época colonial y las otras eran chozas, conseguimos un remisero que me iba contando la historia del Che allá en Bolivia y teníamos que subir dos horas puras montanas y cada vez que miraba hacía atrás veía todo tan chico y yo que estoy acostumbrada a ver todos edificios pude ver esas montanas que se alzaban y era una cosa de otro mundo para mí. Llegamos y habían monumentos al Che y habían unos adolescentes argentinos que andaban de mochileros, entramos a la Higuera que de hecho es muy chica, la observé toda. Toqué la silla en la cual lo tuvieron sentado a él, pude ver que sus paredes y sus cosas están igual de ese entonces. Al salir y al subir al auto me puse a pensar en lo feliz que estaba y que ese amor hacía el Che es magnifico, y me largué a llorar. Al otro día llegué a Santa Cruz, empaqué y me volví a Buenos Aires.
Ejemplo, esta experiencia a mí nadie me la quita.
Gracias.
Ahora sé que soy verdaderamente guevarista y me siento orgullosa de seguir a Ernesto como ejemplo de vida.
Un ensueño
Marcos como todos los medios días sale del colegio, a veces más temprano u otras veces más tarde que yo. No puedo evitar decir que es casualidad verlo porque creo situaciones para verlo apropósito. Lo veo y se me exalta el corazón y me pongo nerviosa cuando lo tengo a pocos centrimentos mío. Tiene algo en su mirada que me dice tantas cosas y su sonrisa es una de las más hermosa que alguna vez vi, su voz y su risa tímida me seducen cada vez más. Quizás no tendría que ilusionarme porque sabemos que Marcos no existe, o quizás sí, pero no me pertenece.
Hoy saludé a Marcos, me puse nerviosa y no lo pude ni mirar a sus ojos y es una re lastima porque me encantan su mirada, me atrapa. Veía su sonrisa y más nerviosa me ponía. Él me dijo que el destino me iba hacer cruzar con él, si él supiera que invento circunstancias para acercarme a él y hablarle pero se me va el coraje y el aliento. Espero que le haya gustado el alfajor (es mi favorito).
Marcos, sos un ensueño.
lunes, 17 de octubre de 2011
Como un sustituto, he estado trabajando duro para que horrible pero usted no dice, sólo aguantar la respiración. Así que no puedo tocar lo que aún no veo.
Él es una cerveza fría y me duele tanto. Es un camino oscuro y una diablos de un objetivo y si él pudiera sentir como lo hizo antes.
Él es una cerveza fría y me duele tanto. Es un camino oscuro y una diablos de un objetivo y si él pudiera sentir como lo hizo antes.
Nos gustaría ser tan libre
Feliz solos
Compartir una sonrisa
Tan lejos de casa
Empuje y tire de él lejos (es la parte más difícil), pero el camino el verdadero amor. Hasta que usted quiere como si fuera un hombre buscado con la boca elegante y su mano asesina ambos podemos compartir todo lo que he hecho para un joven es una diablos de un salario y me siento loca cuando veo tu cara.
Y nos reíamos
Reír hasta que nos hace exclamar:
Hacer una canción
Lo que me están matando.
Feliz solos
Compartir una sonrisa
Tan lejos de casa
Empuje y tire de él lejos (es la parte más difícil), pero el camino el verdadero amor. Hasta que usted quiere como si fuera un hombre buscado con la boca elegante y su mano asesina ambos podemos compartir todo lo que he hecho para un joven es una diablos de un salario y me siento loca cuando veo tu cara.
Y nos reíamos
Reír hasta que nos hace exclamar:
Hacer una canción
Lo que me están matando.
domingo, 16 de octubre de 2011
LA VIE EST BELLE.
¿Viste esos momentos que sos feliz? Bueno, digamos que me anda 'pintando' la 'optimista interior', yo creo que no es ser optimista en este momento es porque simplemente me siento bien y feliz. Mi vida, mis cosas, mis estudios, mi vida personal y amorosa, mi familia todo está mejorando y aunque todavía la tormenta sigue prefiero callar y mostrar la mejor sonrisa.
Mis alumnas hermosas que saben mucho y aunque es todo merito de ellas, sé que yo las impulsé a estudiar y les enseñe bien. Germán es mi mejor amigo y el otro día me dedicó un sólo de batería cuando toco, y él sigue siendo mi corazón. Nadie entiende lo que él es realmente para mí, que no hace falta ser novios para tener buena relación. Después ando solicitada por distintos chicos y eso aunque parezca tonto pero para una persona como yo que aprecia lo de adentro y no se arregla y le digan cosas lindas, le hace bien. Me hace bien.
En el colegio me dieron 5 faltas más por mis buenos promedios y conducta. Mi mamá está evolucionando y parece que no hace falta un trasplanten. La vida me sonríe. La vida me hace darme cuenta de lo hermoso que son mis amigos. Ayer a las tres de la mañana me vinieron a buscar, compramos pizzas y coca-cola y nos pusimos a ver el rugby de Nueva Zelanda contra Australia, y fue increíble. Esas sonrisas y esos momentos son lo que me hacen feliz y por eso sigo con la sonrisa, porque mis amigos son hermosos e increíbles. El amor me tiene re loca, los chicos y los libros son mi locura. Estoy llena de apuntes y de información y me fascina. Me fascina el estudio, siento la brisa de verano y me alegra el corazón.
Hoy a las nueve de la mañana volvía para mi casa, vestida con un short y una remera negra. Con mi pelo (nuevamente) largo y mi cara fresca, iba caminando sonriendo y observando el hermoso sol y el hermoso día. !Hace tiempo que no me siento así! Ese olor a flores y a verano hermoso, ese clima de relax en mi cuerpo es increíble .
Feliz día a todas sus madres, la mía es hermosa.
MUCHOS AFECTOS.
LA VIE EST BELLE, ME AMIS!
viernes, 14 de octubre de 2011
Marcos, Consuelos inesperados.
Marcos:
Me encontré con tu rostro frágil de porcelana el jueves por la mañana, en un sueño. Te abracé y soltaste de mí a los segundos. Romperse en llantos en estos días sin glorias no tiene sentido o mejor dicho, no es la desdicha que se espera para estos tiempos. Pude palpitar tus lamentos y te vi irte secándote la lágrima y supe que ya no eras la persona que alguna conocí o ¿verdaderamente conocí alguna vez el ser que habita en vos, o habitaba? Siento un 'desconozco' llegando de a poco en mi corazón, con ese adiós supe que otra etapa empezaba. Hasta vos lo sabías ¿y cómo no darse cuenta que semejante vacío implicaba reproches sin sentidos y desesperadas buscas de consuelo? Lamenté cada día de mis buenos tiempos por haberte querido porque entre todos los amores y las flores que nacen día a día, podría haberte dicho el poema más hermoso pero vos siempre te resistías ¿cómo amar a un ogro? ¿cómo logré quererte sobre todo con ese compromiso que no aseguraba un futuro junto a vos? Y dicen que eso es el amor, el amor inocente que algún día se va. Creo que la gente se equivoca, ese amor jamás se va; se esconde entre humo y homicidas, el amor florece todos los años a todo tiempo sin importa lugar, espacio y tiempo. ¿Y si me equivoco? Y... Es una posibilidad. ¿Quién tiene el valor de juzgar mis intesiones de comprender lo que no puedo responder? La gente se convierte en fantasma, la gente muere y se va. O no muere, pero igual se va. Como vos, como yo, como todos.
¿Y por qué sentimos esas ganas de 'escapar'? ¿me vas a decir que la rutina te tiene loco? Sí, a mí también. Y al vecino de seguro más que a vos. ¿Y con qué valor yo juzgo tu mal estar? Todos pasamos por cosas diferentes, pero vos, ¿cómo pudiste? ¿cómo pudiste irte de mi vida sin previamente despedirte de mí? Pero me dijiste que ya nada importaba, y yo te decía que el amor era libertad, me decías que el amor era la salida pasajera. Vos eras la salida pasajera.
Tomé el auto rumbo a tu casa, te vi con una minita pechugona y no podías mirarla a la cara. Ella te abrazaba con amor y rechazabas todos sus intentos de tocarte ¿pero vos no aprendés más? ¿tanto odio tenés? No todos somos como la otra persona, vos, rey del cielo te nublaste en gloria falsa. Te volví a ver cinco años después, estabas arruinado y enfermo; los puchos habían consumido tus hermosos dientes y tus ojos apenas se abrían. Ya supe ver que vos tampoco sos igual al pibito de ayer, 5 años amigo... 5 años rey del cielo...
5 años pensándote, ni un día respiré a olvidarte. ¿Esperé por vos o esperé a él?
Y la vida me sonríe.
Nada más lindo que ver a tu mamá reír a pesar de que está muy mal. Nada más hermoso que tus amigos dándote sonrisas hermosas, de oreja a oreja. Nada más hermoso que tenerlos conmigo en este momento. Nada más hermoso que seguir adelante y sonreírle a la vida en el medio de la tormenta.
Hace tiempo que quiero escribir cosas de mi vida, de mi situación. Pero estoy enamorada del aire y de los libros, estoy ansiosa por irme de vacaciones con mi mejor amigo, por ver otros rumbos y nuevas personas con olores que aún desconozco, me gusta el tango y el blues. Amo a la vida, cada parte de mí y aunque yo esté destruida por dentro, me siento más feliz que nunca. Estoy aprovechando a mi mamá, todas las mañanas les doy un beso hermoso y la despido con un: 'te quiero', tengo a mis tíos felices y a mi abuela a mi lado. Tengo unos amigos que me dan las sonrisas más hermosas del mundo entero y eso para mí, es la felicidad. Estoy en un circulo en el cual, tengo pocas personas junto a mí pero con eso me basta y me sobra para ser feliz, agradezco a todos los que están conmigo. Y agradezco también a esas personas metiches que preguntan por mi situación solamente para criticar, agradezco que le den importancia a mis faltas o a mi situación para ver si estoy bien o mal, porque de todas formas, me hace sentir bien que aunque sea de 'chusma' por lo menos se gastan en averiguar sobre mí.
Tengo que ser más atenta con el despertador (colegio, me tenés a mil y me fascina estudiar tanto).
Que tengan un hermoso fin de semana, que puedan aprovechar a sus madres a pleno. Yo tengo a mi mamá acostada en una cama con agujas en el pecho y enferma, y a pesar de nuestras diferencias; si buda y si los dioses quieren, podré donarle un riñón mío para verla reír como tanto me gusta. !AFECTOS! Y por favor, sean felices. Vean lo que tienen y no generen el odio y ni el rencor, amen y acepten, pero sobre todo sepan perdonar. Yo perdoné a mi mamá y a mi papá, los quiero tanto y tenerlos ahora conmigo me hace muy bien al corazón.
jueves, 13 de octubre de 2011
El fantasma VI
-Le traje Las dos últimas páginas. Pero quiero decirle que todo sa-
lió mal.
Me pareció adivinarle una lágrima fantasmal.
—Lea. Lea lo que me ha traído.
—¿Para qué? A usted no le interesa.
—Esta noche sí. Lea.
Le leí la anteúltima página.
—El pensador de Flores Manuel Mandeb razonaba que un Paraí-
so general era absolutamente inapropiado para encontrar la dicha. Es
evidente que lo que hace la felicidad de unos promueve la desdicha
de otros.
En su extenso libro "Proyectos para la reforma del cielo", Mandeb
confiesa que la promesa del Edén se le convierte en amenaza, ante la
posibilidad de encontrarse allí con toda clase de sujetos desagradables.
También especula con la casi segura ausencia de sus mejores amigos.
Al cabo de una interminable serie de ejemplos, el hombre de Flo-
res se decide a postular que deben existir tantos paraísos como almas
que los merezcan.
Las objeciones son inevitables. Puede suponerse que ciertas dulces
presencias han de ser reclamadas en más de un cielo. Mandeb sugie-
re lisa y llanamente la creación de fantasmas cuyas conductas garan-
ticen la felicidad de cada bienaventurado.
-No está mal —dijo el fantasma.
—La flor no sirvió.
—Ya lo sé. Ella no lo querrá nunca.
—Usted hizo trampa.
—No. La flor fue inútil porque ella no es la Mujer Amada. Ade-
más usted no la necesita a ella. Usted necesita la flor. Usted es la flor.
Le arrojé en la cara la última página.
—Tome, ahora podrá entrar al cielo.
—No hay cielo ni hay infierno. Nunca volverá a ver a su padre
muerto. El amor no renace. La juventud no regresa. No hay milagros.
Los fantasmas no existen y este libro que soñamos no es más que un
fastidio de textos que otros pensaron.
—¿Quién es usted?
El fantasma me devolvió la última hoja,—Leé, leé para mí.
—Yo he soñado con un cielo. Contaré lo que vi en mi sueño, agre-
gando algunos goces que faltaban.
Me vi saliendo con mis amigos más queridos de la Universidad de
Salamanca. Don Miguel de Unamuno acababa de darnos clase, Ca-
minamos por un sendero arbolado. A cada instante nos saludaban se-
ñoritas maravillosas. Una de ellas nos invitó a una fiesta para esa
misma noche. Supe el nombre de algunos invitados: el hermano Pla-
tón, el hermano Shakespeare, el hermano Osear Wilde, el hermano
Miguel Ángel.
Al cabo de un rato comprendí que el paraíso estaba lleno de deli-
ciosos problemas. Que existía la incertidumbre y la esperanza y aun
el desengaño. Pero que todo asumía la más noble de sus formas.
Me crucé con mi tío Pedro Balbi, que manejaba el enorme auto de
mi abuelo Colombo. Iba a buscar a mi padre para ir al Hipódromo.
Supe que la noche anterior habíamos visto cantar a Carlos Gardel.
Ya cerca del despertar, al final del camino arbolado, me esperaban
unos ojos que ya no existen. Y entonces tuve la certeza de que ese era
el paraíso que Alguien había pensado para mí, el único posible.
El fantasma, llorando, se fue para siempre.
Novia
Hace mucho tiempo, yo tenía una novia buena y hermosa. Me
amaba con una devoción tal, que no pude resistir la tentación de
ser malvado. Me solazaba en la traición, en el capricho, en la im-
puntualidad, en la mentira gratuita.
Ella lloraba en secreto, cuando yo no la veía, pues sabía que su
llanto me irritaba. Pero un día, un incidente que ni siquiera re-
cuerdo me despertó el temor de perderla.
El amor crece con el miedo. Mi conducta cambió. Me fui ha-
ciendo bueno. Quise pagar el daño que había hecho y empecé a
vivir para ella.
Le hacía el amor en todos los zaguanes. Le cantaba valses de
Héctor Pedro Blomberg. La llevaba a pasear por los lugares más
hermosos del mundo. Le imponía aventuras inesperadas. Me hi-
ce sabio y generoso sólo para merecer su amor.
Pero un día me dejó.
—No te quiero más —me dijo, y se fue.
Supliqué un poco, sólo un poco, porque era bueno. Después
me puse a esperar la muerte sentado en un umbral.
Al cabo de un tiempo, aparecieron los celos. Pensé que segura-
mente me había dejado por otro. Decidí averiguarlo.
Indagué a los amigos comunes, pero todos afectaban un aire de
trabajosa indiferencia.
Resolví seguirla. Pasaba las noches acechando su puerta. Du-
rante el día, me apostaba en la esquina de su trabajo. El resultado
de mis pesquisas fue nulo. Mi novia se desplazaba por circuitos
inocentes. Perdí mi empleo, mi salud y hasta mis amistades. Mi
vida era una perpetua vigilancia.
Pasaron largos meses sin que nada ocurriera. Hasta que una
noche la vi salir de su casa con aire decidido.
Tuve el presentimiento de que iba a encontrarse con un hom-
bre, tal vez porque estaba demasiado linda.
La seguí entre las sombras y vi que se detenía en una esquina
que yo conocía bien. Me escondí en un portal. Ella se detuvo y
esperó, esperó mucho.
Cerca de una hora después, apareció un hombre alto, oscuro, soberbio. Algo familiar había en su paso. Ella intentó una caricia,
pero él la rechazó.
Inmediatamente comprendí que el hombre se complacía en
verla sufrir y amar al mismo tiempo. Se trataba de un sujeto dia-
bólico. Cada tanto, me llegaban ráfagas de una risa vulgar. No po-
día concebirse un individuo más vil y detestable.
Caminaron. Tomaron un rumbo que no me sorprendió.
Al llegar a la luz de una avenida, pude ver que aquel hombre
era yo. Yo mismo, pero antes. Con el desdén cósmico que tanto
me había costado borrar del alma, con la maldad de mis peores
épocas. Con la impunidad de los necios.
No pude soportarlo. Pensé en cruzar la calle y pegarme una
trompada, pero me tuve miedo. Quise gritar, ordenarme a mí
mismo dejar tranquila a aquella muchacha. Pero el imperativo no
tiene primera persona y no supe qué decirme.
Se detuvieron un instante y pasé delante de ellos. Ella no me
vio. Yo sí me vi. Me miré con un gesto de advertencia.
Después los perdí de vista y me quedé llorando.
Tranvía
Tal vez fue en Villa Urquiza. Manuel Mandeb venía vaya a sa-
ber de dónde. En cierto momento, al llegar a un empedrado se
encontró con los rieles del antiguo tranvía.
No es posible saber qué silogismos se trenzaron en su cabeza.
El caso es que se detuvo en una esquina y se puso a esperar.
Ya era tarde. Pasaron horas. Un paseante curioso se le acercó.
—Lo veo desorientado ¿Puedo ayudarlo?
—No, gracias. Estoy esperando el tranvía.
El hombre le informó que hacía muchos años que ya no pasa-
ban tranvías por allí.
—No importa. Esperaré.
Cada tanto se asomaba hasta el medio de la calle y un poco
agachado escudriñaba el horizonte.
A veces caminaba algunos metros por la calle lateral, hasta que
súbitamente volvía corriendo a la esquina, temeroso de que el
tranvía apareciera justo en medio de sus modestas excursiones.
Más tarde, recordó que en este mundo las cosas se demoran
cuando perciben que son esperadas. Resolvió ejercer el disimulo
mirando en todas direcciones menos en aquella por la que podría
aparecer el tranvía.
Llegó el amanecer. Vecinos madrugadores le sugirieron la con-
veniencia de tomar el colectivo 107 pero Mandeb ya había toma-
do una decisión.
Durante la mañana, hizo algunas amistades ocasionales. El
tránsito era un poco más denso, lo que lo obligaba a prestar más
atención.
Llegó la tarde y otra vez la noche. En verdad pasaron muchos
días. Por momentos Manuel Mandeb sentía que su fe se quebran-
taba. Muchas veces sintió la tentación de optar por otros medios
de transporte que se le ofrecían seguros, concretos, convincentes.
Pero él esperaba el tranvía.
Las gentes del lugar le cobraron cierta simpatía y le convidaban
pan y vino. En cierta ocasión fue a comprar cigarrillos y al volver
pensó que tal vez en su ausencia el tranvía había pasado. Algunas
personas le aseguraron que no, pero un hombre que espera tran-
vías no confía en nadie.A veces se engañaba con luces prometedoras que finalmente
eran el desengaño de un camión. A veces sentía que el momento
estaba cerca y hasta llegaba a contar las monedas.
Nadie puede saber cuándo sucedió. Pero una noche, en el fon-
do de la calle apareció una luciérnaga. Y luego se oyó un llanto
mecánico. Poco después, amarillo y reluciente, un hermoso tran-
vía se detuvo frente a Manuel Mandeb. Desde el interior, un guar-
da fantasmagórico lo miró como convidándolo.
Mandeb permaneció quieto unos instantes y luego, sin decir
nada, se alejó caminando lentamente. Un rato más tarde subió en
un taxi y con voz firme ordenó:
—Artigas y Arangure.
A. Dolina
Sos el mejor del mundo, tus textos son mi mundo. Tus misterios, mis deseos. Te idolatro.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Hace un tiempo que vengo con problemas que no daré a conocer por el simple hecho de que no me siento preparada, pero ando triste y llorando a escondidas en el baño de mi casa pensando que no habrá un mañana. Tengo a mi mamá muy enferma y está marchitando, la veo mal y apenas respira; en mi casa están todos histéricos (vinieron mis tíos a quedarse en casa y mi abuela) y siento que soy una egoísta porque me quejo de no tener mi cuarto, pero yo la quiero a mi mamá y haría lo que sea por ella o por verla feliz.
Hace un rato empezó con ataques y a gritar, me rompió el corazón. Y agradezco a mis amigos, de corazón; por darme los abrazos y besos más lindos de todos, necesito tanto descansar.
No sé, esto no tiene un sentido alguno. Es algo escrito y ya. Algo que pasa por mí, no tiene un principio y ni un final, algo sin sentido al leerlo pero dice tanto sobre mí.
Espero poder seguir escribiendo, buena semana gente.
sábado, 8 de octubre de 2011
No es motivo de celebrar su muerte, festejamos porque el mundo conoció a un hombre con un corazón enorme y nos dejo su enseñanza a miles de miles adolescentes. Celebramos que él sigue acá con nosotros dándonos fuerzas para luchar por las injusticias de las personas adultas y de poder, estamos usando su sonrisa como bandera y sus palabras como arma frente a las grandes naciones e inclusive en nuestras vidas.
Ernesto nació un 14 de junio. Yo nací un 13 de junio y parezca tonto pero me hace tan feliz saber que pertenecíamos al mismo signo zodiaco. Si digo como conocí a Ernesto, te mentiría pero sé que de chica veía sus fotos y decía que era hermoso, de nena empecé a estudiar la revolución cubana hasta llegar a él. Más de adolescente fui a visitarlo a la Higuera, no puedo no evitar contar mi viaje a Bolivia.
Estuve ahí, en el lavadero del hospital de Valle Grande donde ÉL estuvo. Toqué la silla en la cual lo tuvieron amordazado, lo sentí conmigo, LO SIENTO CONMIGO.
Lo amo como si fuera algo mío, como si fuera que alguna vez lo conocí y hablé con él. No sé, su corazón está en el mío, sus palabras en mi cabeza y lucharé siempre por él.
Marcos le teme a la oscuridad.
Marcos no sabe nadar.
Marcos me saludó en una mañana lluviosa.
Marcos me sonrío al mirarme.
Marcos me dijo que no.
Marcos es alto.
Marcos es cualquiera.
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