Hoy subiendo las escaleras del colegio, del segundo piso cerca de la sala de maestros escuché a un profesor decir…
- “siempre expongo a mis alumnos a más. Les exijo, les imploro que intenté llegar lo más alto posible, que pasen el secundario pero no solamente eso. Cuando trabajé en la universidad, les decía a los chicos que estiren sus brazos hasta que sepan hasta donde pueden llegar o son capaces”.
Y alguien respondió;
- tenés razón, pero no creo que sea la solución para que estudien más.
- yo no dije que es solución. Yo sé que ellos ahora se quejan y no me quieren, me insultan y no piensan que les estoy inculcando cosas que les servirá toda su vida. Son jóvenes, no lo saben o quizás sí, pero son pocos los chicos que admiran eso de nosotros. El día que yo me jubile quiero estar conforme que yo les enseñé todo lo que supe y que ellos me enseñaron a tomar el papel de profesora. Después de todos, alguno de ellos que quizás ahora es un mediocre el día de mañana es más que eso.
- Claro.
Escuché esa conversación y me llamó la atención de por qué nos exigen más y más, pero tiene razón, el día de mañana se lo agradeceré.
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