-Tómame la mano.
Le susurro al oído. Ella tan crédula al tacto de las manos y tan débil a las palabras que brotaban de la boca de aquel muchacho.
-¿qué pasa si digo que no? ¿qué harás?
Frunció el seño y levantó la voz.
- me voy y no me volverás a ver jamás.
Ella suspiró y sonrió, concluyó;
-hace un tiempo atrás, estas palabras me hubieran destrozado, estaría ya mismo tirándome de las escaleras para perder la vida mía. En estos momentos, no necesito a una persona mediocre a mi lado. Me harías un favor al irte.
Sonrió por lo bajo, agarró su bolso y su saco, salió de esa habitación para no regresar, para no volver.
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