Y entre todas las cosas que pasan a través de mis ojos, suelto el volante y me dejó guiar por la ruta y mi copiloto. Cierro los ojos en un desierto y al abrirlos, es de noche y estoy estoy acostada en el piso encima de una manta. Nunca sentí las imágenes tan al aire, como mi alma. Nunca sentí la brisa de un desierto tan esperado y deseado y nunca sentí la tranquilidad de ser las únicas personas en varios kilómetros al cuadrado. El área me pertenecía y era mío, el copiloto era mío y más disfrutaba saber que estábamos solos en un desierto fresco y calido. Quizás me gustaría volver a ver a alguien pero tampoco quiero que sea rutina, es mejor estar aislada así nadie escucha mis gritos en las noches de locuras y es mejor para poder llorar sin que alguien sienta lastima por mí. Y es mejor compartir la soledad sola que ir sufriendo a la par. De vez en cuando extraño sentir el calor de alguien o escuchar una voz más que no sea la mía propia.
Te voy a extrañar, pero ya no me pone mal.
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