Dicen que no debo tenerle miedo al destino, pero es algo inevitable. Camino en un bosque raro y feo, pienso, pienso y por un momento me pierdo e intento buscar mi rumbo y mi ruta. Quiero volver a la realidad siempre que pueda, pero es difícil de afrontar al saber que nada será igual, tener miedo no me vuele indiferente y menos invulnerable a otras personas pero no puedo, éste miedo me consume y se apropia de mí y de mis acciones quiero gritar y desaparecer, a veces hasta perderme para no ver y afrontar problemas pero yo seguiré acá intentando fingir ser alguien que jamás quise ser. Pienso en paz y recuerdo mi infancia, eso es todo lo que me falta un recorrido largo que me lleve acordarme de quién soy de quién fui y en esto que me convertí, es difícil pelear contra uno mismo pero es la ley de la vida e intento superar cada paso en falso (es horrible caerme) pero disfruto de estar con ellos que me hacen recuperar alegrías y me cautivan de nuevo a ser alguien. En mi colegio, toda la monotonía aburre y problemas por amenazar a alguien que tiene más espalda que cara y es un perro que ladra y jamás te morderá pero decidí afrontar los problemas frente a frente con diplomacia y sin recurrir a la agresión (un poco tarde diría que recapacité) y encima verlo a él con una vieja colega de mi primaria, da rabia pero esto algún día pasaría. Algún día me tendría que revelar y hacerme respetar, algún día tendría que decirme a mi misma “pasado, pisado. Recuerdo, presente”, algún día tendría que haberme dicho que tendría que madurar aunque no quiera, algún día tendría que golpearme tantas veces como está vez para haber aprendido algo, algún día tendría que haber dejado de ser tan nena y decirme que él no entra más acá, algún día tendría que haber aprendido a decir no, algún día tendría que haberme dicho basta, algún día tendría que haber amanecida y sentido que esto es perfecto y que me he equivocado tanto y que la perfección por primera vez lo comprobé, sí existe.
También sufrí tanto que me tuve que hacer un caparazón de lágrimas y sangre que se fortalece con mi experiencia propia, conocí un mundo nuevo hermoso diría lleno de flores rojas como toda la sangre que derramé en vano, con mucho mugo que es mi abandono a ese lugar que tanto solía estar en el pasado, con ese castillo que deje tan abandonado era mi reino que perdí por inmadura, con esos patios que eran bellos y ahora son bosque horribles con mis fantasmas de mi pasado, aquel caminito de piedras que siempre me hacía feliz cuando lo volví a ver no era el mismo estaba arruinado y en pésimas condiciones y fui ahí cuando retome mi cabeza y dije que ese camino era yo misma, mi espejismo, mi vida es un camino. Mi vida es un desafío y una guerra contra yo misma, describí y entendí que ese camino es todo lo que siempre tuve y que por tonta deje de lado y ahora que más lo necesito está ahí pero no es el mismo, el camino cambio y tiene otro rumbo y otras perspectivas. Debí de agarrar una tijera grande desde hace tiempo para cortar por lo sano a todas las espinas que no dejan que yo siga mi rumbo a la felicidad, debía que sacar a todo ese mugo esa basura verde que no sirven para nada sólo para molestar, limpiar aquellas piedras y que queden como nuevas, al final del camino será mi destrucción pero falta aun para eso, mejor me preocupo por el ahora y en sacarme toda está pena de encima y confiar por primera vez en el destino, y que no me pasara más que unos rasguños y unos buenos recuerdos. Mientras tanto, seguiré éste camino que es el correcto.
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