miércoles, 24 de marzo de 2010

Todo empezó hace treinta y cuatro años, un día como el de hoy. En el cual empezó a haber miedo de expresión, en el cual causo la muerte y desaparición de millones de personas.

En el año 1976 Argentina, sufrió su última dictadura poco le costo a los militares poner el país en miedo y causar tanto dolor. Se estima que fueron treinta y mil desaparecidos pero los padres de estos chicos desaparecidos, los que piensan diferentes, lo que era el futuro de acá. Sus padres a través de todos estos años se unieron, confortaron lo que hoy llamamos “las madres de Plaza de Mayo”, desde esa época ellas buscan a sus hijos y han hecho varias cosas y son reconocidas en todo el mundo.

Estás madres, van por la vida con su corazón arañado les quitaron lo más preciado, sus hijos que por pensar diferentes fueron descartados pensando que eran amenazas. Aquellas madres que hoy todo el mundo comparten su dolor, aquellas madres que día a día lucha para que no vuelva a pasar, aquellas que luchan porque la justicia haga algo con los genocidas que andan sueltos por ahí, aquellas que fueron acalladas demasiado tiempo hoy pueden compartir su dolor.

Ayer en el colegio, tuve la oportunidad de conocer a una de ellas. Se llama Elisa, era alta con la pie blanca pero arrugada por su edad, con pelo corto y de rulitos de color medio pelirrojo, llevaba unos aros que me encantaron, tenía ojos claros no supe diferenciar si eran verdes o azules y estaba vestida como una abuela pero es por su edad. Ella tenía tres hijos, eran dos chicas y uno varón, éste fue el que los militares torturaron, y luego mataron. Se llamaba Hugo y desapareció un 18 de febrero del 77’ ella nos contó “Recuerdo ese día aun, hacía calor y yo planchaba y él me dijo que no sabía si volvería, pero no me asuste pensé que salía con sus amigos o algunas chicas o algo parecido.” Y en varias veces, cuando nos contaba esto se ponía mal y se rompía y la supimos entender. Al principio de la charla, éramos menos de treinta chicos y creo que dos o tres profesores pero cuando la charla se puso intensa e interesante entraron más personas a escucharla con atención y algunos desde afuera observaban intentando escuchar. Me ayudo a abrir los ojos todo lo que nos contó, su hijo estuvo metido en el Partido Revolucionario de los Trabajadores y tenía veinte y siete años y estaba estudiando para abogado, él estuvo en el Centro Clandestino “atlético” que está en el lugar que hoy son las calles Paseo Colón y San Juan. Estamos hablando de un pasado frío y doloroso, de hace menos de cuatro décadas en plena “democracia” de un país que apenas cumple su bicentenario de historia y tiene una historia dolorosa. Hice anotaciones sobre las cosas que ella nos contaba con emoción y dedicación, y tuvimos también la suerte de poder hacerle preguntas y yo sólo le hice tres preguntas porque no teníamos tiempo que digamos. Pero ella me contesto todo y me saco las dudas, ella nos dijo varias frases que me quedaron colgadas en mi mente, nos dijo “pensar más allá de los desaparecidos” y aun no comprendo que me quiso decir con eso, pero añadió “pasamos muchas cosas pero nosotras vamos a seguir.” Y no fue irónico, antes de que ella nos de esa charla tan interesante estaban debatiendo los chicos de ahí del colegio y saque la conclusión de la mitad de los que estábamos ahí eran fachistas y que la otra mitad prefería escuchar y sacar su propia conclusión, la mía fue que de una forma que miremos la historia; de arriba abajo, de derecha o izquierda hoy todos nos juntamos por una sola ocasión por reclamar justicia de aquellos treinta y mil desaparecidos, no importa si vamos a una u otra marcha vamos todos por el mismo motivo y por el mismo sentimiento, por la justicia. No sirve debatir el pasado, el pasado pasó luchemos por que no vuelva a suceder.


Luchemos porque a está juventud de la cual soy parte no nos pase lo mismo y que no nos callen, que no nos convenzan de cosas que no creemos, que no nos quieran tapar el pasado porque las Madres de Plaza de Mayo ya se encargaron de mostrarnos la pura realidad, la pura verdad que nos duele a todos. Recuerdo que ella nos dijo “yo todo lo que digo es por mí, la historia hay que cambiar para que no vuelva a pasar, les puedo asegurar que veo a los chicos necesitados y me pongo mal. Yo quiero ver a mi hijo, recuerdo que un día él vino de la facultad y me pregunto cuántos pantalones yo tenía y le dije tres, me pidió uno y me sonó raro, le pregunte por qué y me dijo que había un chico que necesitaba uno. Yo sé que si mi hijo estuviera con vida hubiera ayudado siempre pensaba en los demás. Por está razón, quiero justicia social en serio.” Sus savias palabras me llegaron al corazón, me llenaron de motivos y de cuestiones que aun están en mi cabeza, le hice tres preguntas pero la primera que le hice fue que si ella cree que a nosotros, los chicos de hoy en día pasaríamos lo mismo que los chicos de hace treinta y cuatro años atrás pasaron, recuerdo su mirada sería y fija a mí y a mis dos ojos y me contesto “no.” Lo tome como un cumplido y me explico que a nosotros no nos callaran, que nosotros lucharemos y que tendremos el apoyo de ellos y que nosotros, sabemos la verdadera historia me hizo sentirme un poco madura al hacer esa pregunta. Nos contó que hoy en día, en “plena democracia” todavía hay alumnos un poco más grandes que yo que aun sigue desaparecidos y que desaparecieron hace unos años atrás, y también que hay madres que desaparecieron. Me dijo también “el dolor cada vez es más grande, aquellos que pensaban diferentes se los anotaba en una lista y luego, desaparecían por arte de magia. Yo agradezco los juicios pero lo que no agradezco es que hay alrededor de setenta genocidas sueltos que causaron miles de muertes. Quiero ver a mí hijo, pero no puedo” también nos contó que luchan por buscar a sus nietos desaparecidos, no solamente desaparecían sus hijos también eran nietos, hermanos, primos o vecinos. Siempre lucharon por el mismo sentimiento y la misma verdad, la justicia. Y las palabras de está señora, me llegaron de verdad y me dieron fundamentos para poder escribir algo sobre está fecha que marcó tanto la historia de nuestro país.

Gracias Elisa Miedan.

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