martes, 22 de febrero de 2011

Fronti...

Corría sin respirar, corriendo de ella misma ya que no sucedía nada de otro mundo, nada irreal que podía causarle esa reacción. Tiene una manía por creer que vive dentro de las películas y actúa pensando que alguien la filma, que alguien cuenta sobre ella y sus actos. Tiene la manía de preocuparse por quién la ve tramar cosas a escondidas a las noches en su diario intimo titulado: “Fronti y la vida del sí”, ¿qué chica de trece años escribe palabras inciertas como un laberinto sin fin? No la entiendo a esta chica. Todas las mañanas se levanta a las cinco para ver si salió el sol o no, para ver si tiene la ropa adecuada acorde a su estado emocional, perfeccionando lo imperfecto, intentando cambiar la rutina que ella misma creaba y luego de atar esas suelas de sus zapatos recién lustrados con su uniforme de colegio paqueta de la Recoleta, sin tomar nada y sin comer una miga de pan decide lavar sus dientes y siempre mira por el espejo del baño porque ve alguien reflejada y se asusta, y cuando deja de hacerse la cabeza de que alguien la espía se da cuenta que no sirvió de nada levantarse tan temprano ya que la rutina aquella agobiaba todo el tiempo y cansaba hasta el mismísimo tiempo. Caminaba tres cuadras sin levantar la vista y al irse, no saludaba ni a papá y ni a mamá ¿qué mal educada no? En realidad, sus padres a esa hora dormían y ella no caminaba, corría con el viento. En la página 56 de su diario dice: “sé que me siguen, sé que me observan. Cuando voy al colegio para un auto en la esquina, uno negro con vidrios paralizado y me asombro y prefiero caminar, tengo miedo”. Al llegar al colegio, exhausta la profesora Felicitas la espera preguntándole por qué siempre hacía lo mismo y por qué la asustaba, Fronti estaba harta de contar la misma historia una y otra vez, nadie le creía. Al entrar, se sentaba en la esquina derecha a lo último de todo, sola.

No era simpática, en realidad, le desagradaban sus compañeras ya que vivían en mundos de cristales y querían siempre lo extravagante para ser mejor o como ellas decían: “super cool”, a las tardes pedía que su nueva nana Romina pase a retirarla ya que temía a ese auto misterioso que aparecía todo el tiempo, al llegar en vez de ver televisión como cualquier chica, prefería jugar a la pelota con su perro Salchichón llamado con el mismo nombre, su único amigo aparte de Romina, en realidad, ella era su única amiga y depositaba toda su amistad en ella. A la mañana siguiente, era la misma rutina.

Sola, amanecida, con miedo, asustada, sin amigos y peor aún, sin que nadie le creyera. Cabe decir que ella, tenía pelo castaño oscuro largo hasta su cintura con dos ojos enormes de color piel con tes blanca, piernas delgadas y brazos cortos y extremadamente flaca ya que no era amante de la comida, le gustaba mucho el Blue, amaba pintar cuadros, y escribir sobre todo. Para su corta edad, era inteligente pero tímida, pasaba a ser invisible para sus padres ya que las escasas veces que ellos estaban ella era tan tranquila y no producía ruido que ni la sentían entre ellos, de nuevo, sola.

Nunca voy a olvidar la última vez que leí su libro, y escribió:

“las cosas siguen iguales, nadie me cree. Nadie piensa que yo no gano nada mintiendo, un día de estos voy a ser secuestrada y nadie lo nota, tengo que ser más rápida que mi propio suspiro para que ese auto negro que esta en la esquina de mi casa desde hace una semana y tres días me persigue cada vez que voy y vengo, ya no me siento segura en mi barrio y ni en mi casa, veo reflejos y cuando estoy sola, escucho cosas y temo que entren y quieran robar. Mamá y papá no escuchan, piensan que quiero llamar su atención y distraerles la atención. Romina hace oídos sordos conmigo y prefiere no escuchar mis plegarias, ya no confío en ella, sé que oculta cosas. Todas las noches antes de irme a dormir, le rezo a Dios. Tengo mucho miedo, necesito ayuda.

Miércoles 7 de octubre”.

¿Qué ocurrencia la de la Fronti no? ¿Qué la siguen? ¿Quién le va a querer hacer daño a esa niña tan hermosa y tan inteligente? Solía escribir dos o tres veces al día en el diario, cada emoción, cada tristeza y cada felicidad, sus llamados de atención por su buena atención en clases y sus buenas clasificaciones. Pero Fronti, era tan solo un ángel más que se iba del mundo sin poder despedirse de sus padres, de Salchichón o incluso, de mí. El jueves 8 de octubre del 2009, a la salida de su colegio la nana le dijo de ir a tomar un helado caminaron cinco cuadras donde no había un alma palpitando y en la esquina de Juncal fue la última vez la vi, frenó el auto negro que ella tanto temía. Abren la puerta trasera del auto y la nana Romina la fuerza a subirse, vi su mano golpeando sobre la ventana y su boca amordazada mientras que Romina caminaba tranquila y seguía de largo por otro lado. Y nunca más volví a saber de Fronti, nunca llamaron para pedir rescate, los padres la buscaron noche y día, por todo Buenos Aires y nunca se supo nada de ella. Y al final, tenía razón, la seguían.

Si se preguntan quién soy, soy una obsesionada que tan solo la observaba todo el tiempo, una persona que le tenía algo de cariño a su rareza. Lamento no ayudarla cuando pude, lamento no haber seguido ese auto misterioso que se llevo a mi querida alumna para que jamás volviéramos a saber de ella.

Felicitas.

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