Hay para pintar que para ver, más por imaginar que irá en las paredes de lo que me queda para pensar en el panorama. Hay más pintura que celeste en el cielo y hay más oportunidades que estrellas en el planeta entero, hay más espacio terrestre para desplazarme en vez de quedarme quieta en un rincón pensando en cosas… tristes.
Hay más amor que odio y hay más alegrías que alergias, y hay cada instante en el cual pienso decirte lo mucho que te quiero en vez de decirte que hoy no estoy de humor. Estoy a un paso de correr para abrazarte que irme por el otro lado y dejarte ir, estoy más satisfecha de tenerte que de pensarte. Tengo las manos frías y arrugadas por estar tanto tiempo en el agua y el corazón se me acelera mientras el agua fría recorre mi pecho frío y la noche taciturna me invade el alma dejándome sin anhelo alguno, tengo más espacio cuando la casa esta sola y despoblada que estando sola y sintiéndome insegura de todo lo que me rodea, me alegran las mariposas e imagino ser una de ellas mientras interactúo ficticiamente sobre el amor en el aire. Pienso en la luna llena como la oportunidad de cada noche de hacer a las cosas que le temo y los aquelarres son aquellas soledad de mi infancia que invaden cada espacio del cuarto atormentándome e invitándome a cambiar las paredes del cuarto por unas que verdaderamente alegren mi alma, el alba por las mañanas es precioso y el roció de las plantas me calma pero sin embargo, los colores apagados me alegran y los colores alegres me dan miedo…
Pensaba en un color como el blanco porque asimila muy bien con mi cara pálida esperando ser revelada por cualquier persona que se acerque a preguntar por mí o por quién soy, o mejor…, un gris con azul.
Me encantaría poder nadar y sentir lo que siente un pescado y me gustaría ser la lluvia, por lo menos, hoy.
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