sábado, 24 de abril de 2010

Así me siento, libre en mi propia prisión.

Adentro, no hay nada. Afuera, tampoco.

Me cansé de esperar, nunca lo entenderán.

Asustada me sentí, pero recuperé la noción de las cosas.

Vuelo lejos de acá, pero no sé en dónde terminaré y no me importa.

Rompí la estructura que permaneció en mí por mucho tiempo.

Soporté aquel frío invierno por cosas que jamás sucederán.

Reí de emoción al saber que a veces, las cosas no resultan ser como uno quiere.

Nadie me corrigió y aun pago cada error.

En la ciudad, soy una más ¿Qué más da?

Ya no busco ser mejor o peor, ya no busco sobresalir o esconderme,

ya no busco compasión o amistad, ya no busco amor u odio,

ya no busco a alguien que me ayude o que me escuche, ya no busco

refugiarme en otros. Ya está, mi refugio soy yo, mi casa soy yo.

Sonará egocéntrico, supongo que encontré la chispa que me faltaba.

En la ciudad, nadie se detiene a mirar que es lo que queda atrás.

En la ciudad el ritmo del tiempo jamás desacelera.

En la ciudad la gente pasa y te ve caminar y actúan como si nada.

En la ciudad la gente se equivoca y no aprende.

En la ciudad sólo soy la multitud.

En la ciudad soy sólo yo.

En la ciudad no me pierdo más.

En la ciudad, me verás caminar.

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