Dice saber todo, dice saber que su experiencia lo marcó, dice saber qué me pasa y que lo siga, que sola no estaré en el camino a casa. Dice que debemos ser cautos a las lágrimas, dice que tenemos que ser pacientes frente a la espera, dice que tenemos sueños muy intensos y poderosos, dice que no tenemos lugar de inicio y ni punto final, me dijo que cierre los ojos y que le de la mano. Me contó y me exclamó que él tenía la razón del existir, me confesó que unos cuantos pueden más que todos, me dijo que cada día que se despierta siente la culpa y siente que carga con una piedra enorme encima de su espalda como si fuera una mochila que no podía quitarse. Me dijo: “no todo es lo que vos crees”, al abrirlos, estábamos en un circo en medio de un campo que desconozco y me susurró al oído: “esto es el infierno”, lo miré tristemente pensando que jamás saldría de ahí, me sentí de nuevo como una bebé que llora si no pasa la noche con su madre y me agarró la mano y me dijo…
-las cenizas de las derrotas, el fuego del odio y la brisa de la esperanza nunca son buena combinación.
Seguí asustada, nerviosa. Quería llorar pero debía mostrarme fuerte, desconocí todo hasta que escuché a alguien decir “la perfección no existe, es un existir voraz”, conocía esa voz, conocía ese olor, conocí el lugar y de pronto, todo fue negro.
Y alguien tomó de mi mano, besó mi frente con un cierto aire de tristeza y…, me preguntó
- ¿querés llorar querida bebé mía?
La miro, deseando que ella no se fuera y las pupilas empiezan a ponerse rojas de intentar soportar las lágrimas.
- ¿sentís soledad? ¿Me extrañas?
Quedé muda y las lágrimas empezaron a nacer.
-no llores preciosa, no me voy a ir.
No le creí, agaché la cabeza y me senté en el pasto de aquel lugar.
-te extraño ¿sabías? Perdón por no haberte prestado mi calma cuando me necesitaste, y perdón por estar ausente toda tu vida.
Y sin embargo, yo no podía levantar la cabeza. No por rencor, no quería verla a la cara y que ella vea mi llorar. Escuché una brisa fresca. Abrí los ojos, y ella ya no estaba. Y él me dijo:
- cumplí tu sueño, verla aunque sea un instante fue lo que esperaste años. Levántate, te llevaré a casa.
Le pregunté…,
-¿magia? ¿Jugas conmigo?
-no, solamente ten la fe de que la volverás a ver.
Desaté un grito y dije:
-¡No! Ella murió, no me mientas. No la podré ver nunca.
Se río por lo bajo.
- eso pensás vos. Siempre que la extrañes y quieras verla, tómame la mano y te guiaré hacía ella donde sea que se encuentre. Lo más soñado, lo más loco y más mundano se podrá hacer realidad mientras vos pongas empeño en eso, si dejas morir tu sueño vos te morís junto a él. Muchos te querrán bajar, muchos te hicieron mal y te lo querrán hacer, muchas personas estarán con vos y muchos te harán falta a través del tiempo pero nunca, estás sola. Acuérdate de ella, como ella se acuerda de vos. No crees fuego, no crezcas en odio y rencor. No consideres una opción salir huyendo del dolor.
Quedé muda a sus palabras, parecía que leí mi mente. Me dijo que el anoche más temible podría ser la puerta a la felicidad, me dijo que bajo la piedra me podré esconder, me dijo que si camino con los ojos cerrado quizás puedo llegar más rápido a casa, me dijo que no me aleje a quien soy y me dijo, que él siempre tuvo la razón.
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