Siempre vienen visitan a mi casa, de afuera. Esta vez son dos viejas amigas del año anterior, Amelia y Magui, son chicas de Estados Unidos y me trajeron unos hermosos regalos como: unas zapatillas hermosas, una caja de bombones riquísima, una remera con la flamante bandera yanqui (lo mejor de lo mejor), desodorantes pero lo que más quiero destacar son mis regalos adelantados de quince años, ejemplo: mi nueva computadora portátil, de Apple. Y mi nuevo Black Berry (borren mi número que ahora tengo otro) y siempre digo que lo material no te hace feliz, y sigo planteando eso pero me contradigo. Que contamino el mundo, si busco excusas como del: “tengo el Nokia 5200 desde los diez años” cualquiera, aunque es así y meter la excusa del: “merezco uno nuevo”. Me estoy volviendo superficial (o quizás siempre fui así y no lo vi) me pone mal, me siento una hipócrita que siempre les dice a todos: “no compren tecnología, cuiden el medio ambiente” y me regalan esto, lo peor, es que me pone feliz tener un celular con toda la discográfica de aquelarre y los redondos, y con todos esos chiches que me atraen, y tener una computadora que cuando fui averiguar el precio de su cargador me dijeron que eran en dólares e importados. ¿Seré una aficionara que esta entrando a este mundo tecnológico o, un invento del capitalismo que dice: “no a eso” y va a eso? No puedo entender cómo lo material me sacó un par de sonrisas ayer, no entiendo. Con esto concluyo que todos somos del sistemas del neoliberalismo y que, de una forma u otra estamos todos metidos en esto (más allá de que uso computadora desde los diez años) o mejor dicho, no quiero generalizar aunque lo hice (disculpen), hay personas que no tocan una computadora y no tienen celulares, pensé que podía ser así pero me doy cuenta, que me gusta esto pero lo que no me gusta es en masa. Saben a qué voy, soy una hipócrita creada por el comunismo falso y el capitalismo en masa (estoy un poco fumadita, entiendan).
En otras cosas, tengo planeado leer en un par de días 100 Años de Soledad de Marquez, al fin. Y anticipo mi despedida a mis queridos lectores, el jueves que viene a la madrugada parto rumbo a Bolivia, y no me ven hasta el 8 de marzo. A ver si viendo la tumba de mi ídolo recapacito y me pongo firme a mis ideales.
Me retiro a comer bombones y a leer.
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