domingo, 9 de enero de 2011

Querida Angelica

Angelica observa un globo elevarse al cielo para perderse entre el aire y el viento, mirando sus manos vacías y llenas de tierra de jugar en el pasto con la tierra. ¿cómo decirle a una nena de ocho años que tiene cáncer? ¿cómo explicarle que su vida se marchita como ese globo? Sus padres notaban como perdía el pelo de a poco y se iba quedando calva, ocultándole la verdad que quizás la nena no comprendería nunca. Estaba por empezar su primer año en la escuela primaria, quería ser veterinaria para salvar vidas, quería ser un héroe. ¿cómo arruinar sus sueños tan esperanzados? Angelica no aguanta tantos análisis, tantas horas internadas pero ansiaba poder correr aunque no sentía sus piernas, quería bailar pero su cuerpo de a poco la iba abandonando, cómo enseñarle a leer si de a poco perdía la vista, cómo decirle lo injusto que estaba siendo la vida con ella. Me lloran los ojos, y siento ese nudo en la garganta y araño mi corazón para no darle esta noticia: nunca saldrá de esa cama en la cual está impostada hace un tiempo y que de la única forma que saldrá, ya no será ella. Cuando la veo reír, me alegra el alma pero no puedo seguir ocultándole, los médicos me dicen que tiene un par de meses de vida aún.

La última vez que la vi tan feliz fue ese día que vino su padre de España a pasar el día de su cumpleaños, Angelica sé que nunca leerás estas palabras pero, tu mamá me contaba que extrañaba tenerte entre sus brazos y que te prometió que jamás te pasaría nada y que te protegería, pero le duele verte irte de a poco. Desde la primera vez que te vi, te quise en el primer instante.

Hoy, hace dos años que te fuiste. Tan solo eras una nena que amaba ser nena, que anhelaba crecer y salvar vidas, perdón por no poder salvar la tuya.

Marta Litwen

20 Agosto, 1972.

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