Se llama Carlos, tiene treinta seis años y es mi papá. Si lo lee, me da igual, y si no lee, lo mismo.
Resulta que hace un mes mi abuela paterna cayó con Derrame Cerebral, el flaco nunca me llamó, nunca se calentó por mí y el flaco me mando un mensaje diciéndome que se sentía solo, y que me necesitaba. Ese mismo día que fue un domingo, comí y me fui con mi vieja al hospital que queda a dos horas de viaje, lo vi, hablamos.
Lo apoyé fui varias veces a verla a ella, inclusive fue hasta mi novio a visitarla. Los invité a una cena familiar en la casa de mi abuela por el tema de mis quince años y la tan basura humana esa me dijo hace dos o tres semanas que no puedo ver a mi abuela y que él tampoco me va a poder visitar.
Tardé en caer, en darme cuenta que es un hijo de puta que se abusaba de mí y de mi buena onda, siempre lo perdoné y dije que no lo iba a odiar, no lo odio pero seré franca ME ROMPE SOBERANAMENTE QUE SEA ASÍ, me llama cuando él me necesita y de nuevo se convierte en la basura que realmente es.
No me sirve mucho escribir, pero hablar con él es como hablar con un bebé de tres meses que no sabe nada, me dan ganas de arrancarles los ojos para que no se atreva a mirarme nunca más a los ojos, cortarle el pito por ser él mi padre, hacerlo mierda de todas formas.
Nada, eso. No tengo papá, soy huérfana a partir de hoy y que nadie se atreva a decirme ni A sobre lo que escribí. Si tenés a mami y a papi, joya. Pero yo no tengo a papi, y mi papi es un hijo de puta.
Listo, eso.
no estoy enojada, pero no quiero comentarios optimistas.
Es tiempo de escuchar los redondos y encararles a mis miedos, como lo fue Lucas Gamboa mucho tiempo.
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